Encantador delirio de tu mirar,
Atándome a las tinieblas de tu amar,
Robas mis sueños con tu sonrisa,
Encantadora ninfa, doncella encantada,
Entre mis alegrías existías,
Más ahora que entre epifanías,
Una voz me promete tu amar,
Amar siempre anhelado,
Entre mil flores,
Que jamás se marchitaron,
En tu mirada tan pura,
Donde una y otra vez,
Encuentro tan calido consuelo,
Entre noches de eterno miedo,
Aun ahora,
Tiempo después,
Recuerdo aquel momento,
En que nuestras miradas se encontraron,
En las sombras llorabas,
Desando olvidar,
Abandonar toda razón,
Para del dolor escapar,
Sin embargo,
Aun cuando pensaba en abandonar,
La obscuridad me ataba,
Con tan solo un instante deseaba,
Contemplarte siempre,
Aquella eterna sonrisa,
Tanto tiempo,
Y aun no olvidaba,
Aunque siempre te tenia,
Jamás me amabas,
Solo me estimabas,
Deseaba la vida terminara,
Las sombras me llamaban,
A la obscuridad me rendía,
El mal me tentaba,
Las reglas se rompían,
Ya nada me detendría,
Sumergido en la obscuridad del propio corazón,
Anhelando el sentimiento más preciado,
Mas esta alma ya no amaba,
Solo codiciaba,
Aquella dama que siempre añoraba,
Mía seria,
Aunque su voluntad robase,
Ella me pertenecería,
El tiempo había pasado,
Y ya lo había decidido,
Nada me detendría,
El mundo ya no veía,
Y a la obscuridad me rendia.
Aun siglos después,
El paraíso perdió,
El edén que una vez soñamos,
Aun no ha sido encontrado,
Aun sigues llorando,
Ansiando encontrarlo,
Ansiando habitarlo,
Tus sueños se rompen,
Mientras tu desesperación crece,
Mi gozo aumenta,
Se que tu vida se juega,
¿Aun esperas la pesadilla termine?
¿Aun anhelas la felicidad encontrar?
Tu alma aun pura, luchando por resaltar,
Mientras las sombras te abrazan,
Deseas todo termine,
Más cuando caes te das cuenta,
Nada es como esperabas,
Tus sueños se rompen,
Tú alma llora, Y aun así,
A la esperanza te aferras,
Piensas que aunque todo este perdido,
Aun puedes volar,
Pobre niña engañada,
Por esta realidad de mentiras,
Que no hacen más que repetir,
Una y otra vez, plegarias vacías,
Anhelando llegar a un Dios que hace tiempo murió,
Mas un día los ojos abrirás,
Veras el mundo como es en realidad,
Sabes todo lo perderás,
Tus sueños se romperán,
Y tus lágrimas no dejaran de fluir,
Mientras lloras una y otra vez,
Clamando una explicación que jamás encontraras.
Mas el tiempo jamás cerrara la herida,
Que causo la decepción,
Y el desamor,
Mal amada dama, que desea no despertar,
Ahora que tus labios callan lo que tu alma anhela gritar,
Aunque ya no llores,
Aunque tus lágrimas seques,
La cicatriz aun permanece.
Ojos hundidos en la obscuridad deseando jamás despertar,
Del sueño que anhelas sea la realidad,
Suaves letanías pronunciadas,
Con labios cansados.
Un alma destrozada vaga,
Buscando la paz,
Que el mundo le negó,
Que ni dios le concedió.
Tu que ya la verdad del mundo ves,
Que sabes que esto es solo una mentira,
Que no dura jamás,
Caes de nuevo,
Llorando permaneces,
Lamentando tu destino,
Como una muñeca rota más.
En tu nuevo despertar ya no veras la luz,
Sabes que ahora tu única compañía será la soledad,
Que la muerte te seguirá,
Que tu camino la sangre trazara.
Y a la Luna rezas buscando el consuelo perdido,
Sabes que ya jamás encontraras la paz,
Que ahora tu alma deambúlará por la obscuridad,
Como una ladrona vas,
Robando sueños de amistad,
Corazones rompiendo,
Almas desgarrando.
Cual infernal segadora vas,
Privando almas de toda paz,
Y sin embargo aun estas aquí,
Lamentándote por el paraíso que se perdió.
Tu último sueño,
El ultimo baile que danzaras,
El ultimo beso consagrado,
Y un ultimo te quiero escondido en la maldad.
Mañana al despertar del sueño una vez más,
Solo desearás recordar el amor que una vez te unió...
Autor: Pablo Güemez Palomar
(Este poema esta registrado por la asociación gótica de poetas)
